Hoy queremos hablar de los implantes dentales, considerados la mejor alternativa para reemplazar aquellas piezas que se pierden. Esta pérdida ocasiona un efecto negativo en el paciente, tanto a nivel estético como de funcionalidad. Con los implantes dentales se restituyen las cualidades de la boca. De no hacerlo lo único que se consigue es que se pueda alterar la posición de los dientes vecinos, favoreciendo las enfermedades periodontales, las caries, etc.
Para que se entienda, con un implante dental lo que se crea es una raíz artificial que es un tornillo de titanio.
Éste se coloca quirúrgicamente en el maxilar precisando de un correcto tratamiento restaurador. Es decir, sólo tu dentista puede valorar cada caso de forma individual para lograr la máxima seguridad en el tratamiento, desde principio a fin.
El procedimiento para los implantes dentales
El procedimiento consiste en colocar el implante dental mediante una simple intervención quirúrgica indolora y con anestesia local.
La intervención implica varios puntos de sutura que se retiran en una semana. Tras la cual “se deja reposar” el implante entre 2 y 6 meses con el objetivo de lograr que se integre con el hueso. Sólo así se garantiza que luego, cuando se mastique, el implante pueda aguantar dicha fuerza que se realiza diariamente con la boca.
Pasado este tiempo de reposo, se inicia el tratamiento restaurador de la prótesis. Podrá ser cementada o atornillada sobre una pieza intermedia entre implante y corona llamada pilar.
Es fundamental que el acoplamiento entre el implante y las demás piezas sea perfecto y no debe ser desmontado salvo que el dentista lo considere necesario.
Los implantes dentales pueden realizarse de diferentes tipos: unitarios, de varios dientes o de dentadura completa, en cuyo caso último puede ser una prótesis fija o removible.
De cualquier manera, lo que resulta imprescindible son los controles periódicos para verificar los niveles de hueso junto a los implantes dentales. Así como los ajustes de los diferentes componentes de la prótesis y la oclusión de los dientes.
A las preguntas de si puede existir rechazo, la respuesta es no, salvo que haya una falta de integración que obligue a la sustitución de dicho implante por otro.
Tampoco hay motivo para preocuparse por el dolor y las infecciones suelen ser casi inexistentes, teniendo en cuenta la cobertura antibiótica y los medios estériles que se utilizan.