En los meses de junio a septiembre, muchas de las horas de ocio tienen su escenario en playas y piscinas, donde podemos refrescarnos y hacer un paréntesis del agobiante calor del verano.
Sin embargo, de la misma manera que notamos el efecto del cloro y de la sal marina en nuestra piel y cabello, también puede surgir otra pregunta:
¿afecta el agua de la playa y de la piscina a nuestra salud bucodental? ¿Se puede emplear la sal para el blanqueamiento de los dientes?
Anteriormente, ya hemos hablado sobre los efectos del cloro en los nadadores habituales, de modo que en este artículo nos centraremos en algunos de los efectos que la sal puede ocasionar en dientes y encías.
Efectos de la sal marina en los dientes
El agua de mar, a diferencia del de la piscina que se encuentra más estanca y tratada químicamente, contiene una gran cantidad de componentes -algunos de ellos aleatorios- que pueden resultar dañinos para el esmalte dental.
Si bien es cierto que el agua salada tiene un efecto cicatrizante para las heridas, lo cierto es que no resulta recomendable enjuagarse la boca con este líquido.
Si hay partículas de basura o fragmentos pequeños de arena o roca, estos pueden acabar en nuestra boca, chocando contra las piezas dentales y dando pie a posibles fracturas.
Aun así, el efecto de la sal marina en nuestra boca cuando nos damos un baño ocasional durante el verano es prácticamente nulo, sin un efecto considerable en nuestra salud bucodental.
El problema se encuentra en otro tipo de prácticas que tienen la sal como protagonista y que sí pueden acarrearnos problemas a corto y largo plazo.
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Sal en vez de dentífrico
Las pastas de carbón activado han tenido su momento de popularidad como método de blanqueamiento de los dientes, algo que resulta totalmente desaconsejado ya tienen efectos erosivos en dientes y encías.
Otro de los “trucos caseros” que se han viralizado implica el uso de sal como una alternativa a la pasta de dientes.
Cepillarnos los dientes con sal tiene muchos efectos perjudiciales de cara a nuestro bienestar bucodental y conviene conocerlos antes de renunciar al uso de los dentífricos habituales.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta que la boca está llena de tejidos muy delicados, para los cuales la abrasión puede implicar irritaciones y heridas.
Si bien la sal cuenta con una textura granulosa que favorece la exfoliación, su acción blanqueadora y limpiadora resulta muy extrema para nuestras encías y dientes.
Todo ello puede llevar a una sensación constante de dolor en los tejidos, sin contar el incremento de posibilidades de infección y de otras complicaciones relacionadas.
Por otro lado, uno de los elementos imprescindibles de las pastas dentífricas es el flúor. Este componente nos ayuda a eliminar la placa bacteriana y a fortalecer los dientes, y su ausencia en la sal nos hace prescindir de un gran aliado en la batalla contra las bacterias.
El único uso de la sal no perjudicial en cuanto a higiene bucodental consistiría en un enjuague controlado a base de agua templada y una pequeña cantidad de sal.
Su efecto sí que puede aliviar el dolor de, por ejemplo, una llaga. Aun así, es preferible dejar las recetas caseras de lado y no experimentar con la salud de nuestra dentadura, optando por colutorios y productos de eficacia odontológica comprobada.
Blanqueamiento dental de manos de profesionales
La mejor manera de cuidar nuestra boca es siguiendo las recomendaciones de los especialistas del sector.
Ellos nos aconsejarán productos y hábitos no perjudiciales para poder conservar la sonrisa año tras año.
De modo que, antes de aventurarse a realizar experimentos caseros para el blanqueamiento de los dientes que puedan dañar dientes y encías, es preferible acudir a nuestra clínica dental de confianza.
Con la salud bucodental, no se juega.