El blanqueamiento dental es una de las técnicas que prácticamente todas las clínicas dentales ofrecen entre sus especialidades. Siempre de la mano de un odontólogo especializado.
Dado también el interés general de la mayoría de pacientes de poder mostrar una sonrisa inmaculada, impoluta, blanca y atractiva que embellezca su cara.
Con dicho procedimiento lo que se consigue es aclarar el color de los dientes, disolviendo las manchas, sin afectar el esmalte y todo ello en una sola sesión normalmente.
El “secreto” está en el compuesto químico que se utiliza, se llama peróxido y, en contacto con la superficie dental, produce un cambio de color.
Hay quienes hablan de otros productos blanqueantes pero se ha demostrado que los resultados obtenidos no son tan buenos.
Por otro lado, bien es cierto que se procura que la concentración de peróxido se reduzca para evitar la tan temida sensibilidad dental.
Puede surgir durante el procedimiento y hay clínicas, incluso, que aplican algún tratamiento local desensibilizante antes y/o después del blanqueamiento.
El proceso del blanqueamiento dental
El proceso comienza con la revisión de la dentadura por parte del odontólogo para valorar si está en condiciones de poder recibir un tratamiento de este tipo.
Si localiza algún problema, sobre todo, en las encías, no podrá proseguir, ya que éstas han de estar sanas.
Una vez hecho y aprobado el control médico se le coloca al paciente un abrebocas para que el doctor trabaje más cómodamente.
Seguidamente se protegen las encías con una resina que al fotopolimerizarse se endurece y actúa como un eficaz aislante.
El gel blanqueador que se aplica sobre los dientes ha de cubrir toda la superficie, con especial atención en no tocar las encías, lo que causaría una quemadura local que ha de tratarse inmediatamente.
A continuación, tanto doctor como paciente se ponen unas gafas protectoras contra el rayo láser.
Éste actúa sobre cada diente alrededor de unos 30 segundos con el objetivo de hacer penetrar el gel en la superficie de la dentadura.
El tipo de luz que se utiliza influye en el resultado, variando dependiendo de su intensidad y de la longitud de onda.
Consejos para después del tratamiento
La sesión completa puede durar unas dos hora. Tras retirar el aislante protector de las encías y comprobar el cambio de color respecto al inicio, el paciente puede proseguir con sus quehaceres habituales.
Sin ninguna molestia ni precaución especial, salvo la ingesta de alimentos excesivamente fríos o calientes justo después del tratamiento.
A partir de ahí, lo que sí se recomienda para que los dientes mantengan su aspecto blanco el máximo de tiempo posible es procurar seguir una dieta en la que no se abuse de productos que llevan colorante.
Es decir, vino, té, remolacha, café, etc., así como de hábitos como el tabaco. Sólo así el blanqueamiento dental realizado puede llegar a mantenerse en torno a los cinco años.
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