La gingivitis es una de las enfermedades bucodentales más frecuentes y, al mismo tiempo, una de las más infravaloradas. Muchas personas conviven con encías inflamadas o con sangrado ocasional sin ser conscientes de que se trata de una patología activa que, si no se aborda a tiempo, puede tener consecuencias importantes para la salud oral y general.
Aunque en sus fases iniciales la gingivitis no suele causar dolor, sí supone una señal de alerta clara: las encías están reaccionando frente a una acumulación bacteriana que el organismo no es capaz de controlar por sí solo.
Comprender qué es la gingivitis y qué puede ocurrir cuando no se trata adecuadamente es clave para prevenir problemas más graves a medio y largo plazo.
¿Qué es la gingivitis?
La gingivitis es la fase inicial de la enfermedad periodontal. Se produce cuando la placa bacteriana se acumula en el margen de las encías y desencadena una respuesta inflamatoria en los tejidos gingivales. Esta inflamación provoca cambios visibles en la encía, como enrojecimiento, aumento de volumen y sangrado, especialmente durante el cepillado.
En esta etapa, la infección se limita a la encía y todavía no ha afectado al hueso que sostiene los dientes. Precisamente por eso, la gingivitis es reversible si se trata de forma adecuada. El problema aparece cuando esta inflamación se mantiene en el tiempo y las bacterias continúan avanzando hacia estructuras más profundas.
Aunque una higiene bucodental deficiente es la causa más habitual, existen otros factores que pueden favorecer su aparición, como la predisposición genética, determinadas enfermedades sistémicas, cambios hormonales, el tabaquismo o algunos medicamentos.
¿Por qué es tan importante tratar la gingivitis?
La principal consecuencia de no tratar la gingivitis es su progresión hacia una periodontitis. En este estadio más avanzado de la enfermedad periodontal, la infección ya no se limita a la encía, sino que afecta al hueso y al ligamento periodontal que sujetan los dientes.
A medida que la inflamación avanza, se produce una destrucción progresiva del soporte dental, lo que puede provocar movilidad dentaria y, en casos avanzados, la pérdida irreversible de piezas dentales. A diferencia de la gingivitis, la periodontitis no es reversible y requiere tratamientos más complejos y un control a largo plazo.
Además, la evidencia científica ha demostrado que la inflamación periodontal crónica no solo afecta a la boca. La presencia de enfermedad periodontal se ha asociado con un mayor riesgo de descompensación en personas con diabetes, así como con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, debido al paso de bacterias y mediadores inflamatorios al torrente sanguíneo.
Por todo ello, tratar la gingivitis no es únicamente una cuestión estética o de confort, sino una medida preventiva fundamental para proteger la salud general.
Principales consecuencias de la gingivitis no tratada
Cuando la gingivitis se mantiene en el tiempo, las consecuencias pueden ir más allá del sangrado ocasional de encías:
- Evolución a periodontitis, con destrucción del hueso que sostiene los dientes.
- Retracción de las encías, que deja expuestas las raíces dentales y aumenta la sensibilidad.
- Halitosis persistente, causada por la acumulación bacteriana.
- Mayor riesgo de caries, especialmente en las zonas cercanas a la encía.
- Movilidad dental, que dificulta la masticación y afecta a la calidad de vida.
- Pérdida de dientes, en fases avanzadas de la enfermedad periodontal.
Estas consecuencias no suelen aparecer de forma brusca, sino de manera progresiva y silenciosa, lo que explica por qué muchos pacientes no acuden al dentista hasta que el problema ya está avanzado.
¿Cuáles son los síntomas de la gingivitis?
Una de las particularidades de la gingivitis es que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo. Al no provocar dolor, muchas personas interpretan sus signos como algo normal.
El síntoma más característico es el sangrado de las encías, especialmente durante el cepillado o el uso de hilo dental. También es habitual notar las encías más enrojecidas, inflamadas o sensibles al tacto.
Otros signos frecuentes incluyen el mal aliento persistente, un sabor desagradable en la boca y, en algunos casos, una ligera retracción de la encía. En personas fumadoras, estos síntomas pueden estar enmascarados, ya que el tabaco reduce el riego sanguíneo de los tejidos gingivales y disminuye el sangrado, retrasando el diagnóstico.
¿Cómo se trata la gingivitis?
El tratamiento de la gingivitis es sencillo cuando se diagnostica a tiempo. El objetivo principal es eliminar la placa bacteriana y el sarro acumulados, tanto por encima como por debajo del margen de la encía.
En la mayoría de los casos, una limpieza dental profesional es suficiente para revertir la inflamación. Durante este procedimiento se emplean instrumentos específicos, como ultrasonidos, para eliminar los depósitos de sarro, incluso en las zonas de difícil acceso. Posteriormente, se suele realizar un pulido y, en algunos casos, la aplicación de flúor para reforzar el esmalte.
Además del tratamiento en clínica, es fundamental mejorar los hábitos de higiene bucodental en casa, adaptándolos a cada paciente. Un correcto cepillado, el uso de hilo dental o cepillos interdentales y revisiones periódicas son claves para evitar recaídas.
La importancia de la prevención y el control profesional
La gingivitis es una enfermedad frecuente, pero no debe normalizarse. Detectarla y tratarla a tiempo permite evitar complicaciones mayores y preservar la salud de las encías y de los dientes a largo plazo.
Las revisiones periódicas con el dentista y las limpiezas profesionales no solo sirven para mantener una sonrisa estética, sino que desempeñan un papel esencial en la prevención de enfermedades periodontales y en el cuidado integral de la salud oral.